RED POR UNA AMÉRICA LATINA
LIBRE DE TRANSGÉNICO
BOLETÍN 599
RELATORA DE LAS NACIONES UNIDAS CUESTIONA LOS CULTIVOS TRANSGÉNICOS
LA RELATORA ESPECIAL DE LAS NACIONES UNIDAS AL DERECHO A LA ALIMENTACIÓN, HILAL ELVER CUESTIONÓ A LOS TRANSGÉNICOS EN SU MISIÓN OFICIAL A LAS FILIPINAS
En su visita de visita de una semana a las Filipinas, donde la relatora evaluó los problemas de la alimentación que enfrenta ese país, expresó su oposición al uso de Organismos Genéticamente Modificados (OGM).
En una rueda de prensa Hilal Elver dijo que hay una serie de preguntas que siguen sin respuesta sobre el enfoque de OMG, incluidos los efectos en la salud a largo plazo y los modelos de negocio practicados por las empresas multinacionales de semillas .
“Los OGM son una cosa enorme y hay una gran discusión sobre el tema. Estoy en contra de los transgénicos por varias razones … No sabemos los efectos en la salud de los OMG en el largo plazo “, dijo la Sra. Elver a los periodistas.
Añadió que la defensa agresiva a las patentes de semillas por parte de las empresas multinacionales, ha hecho que los pequeños agricultores sean acusados de violar sus derechos de propiedad intelectual.
Ella añadió que las empresas “Se llevan las semillas de los agricultores , y las empresas hacen un negocio de ellas”. Por estas razones,”el uso de los OGM debe ser estudiado cuidadosamente, y, no estoy segura de si se deben aceptar”, dijo.
La reportera especial, que es parte del mayor órgano de expertos independientes en el sistema de Derechos Humanos de la ONU,lanzó el informe final con sus conclusiones de la misión a Filipinas, el 20 de febrero. La Sra Elver informó que este informe se enviaráal Consejo de Derechos Humanos de la ONU en marzo del 2016.
Las declaraciones de la representante de la ONU son hechas cuando en las Filipinas hay una lucha para lograr la autosuficiencia enarroz, y desencadenan una respuesta de las partes interesadas que defienden los métodos de modificación genética (es decir, los cultivos transgénicos).
Entre estos actores se encuentra el Instituto Internacional de Investigación del Arroz (IRRI), con sede en Los Baños – Filipinas (que pertenece al sistema CGIAR).
En un comunicado enviado por correo electrónico a Business World por su Jefe de Comunicación, Antonio G. Lambino II, se dice que algunos cultivos – sobre todo de arroz – no tienen suficiente valor nutricional en su forma original, por lo que es necesario fortalecer estos alimentos básicos (con modificación genética). El comunicado añade que “La única ventaja de la modificación genética reside en su capacidad de incorporar nuevos genes con características útiles en nuevas variedades de arroz. Estos incluyen genes de plantas y organismos no relacionados con el arroz que no podía ser transferida mediante otros métodos de mejoramiento”.
Esta afirmación es extraña pues el arroz ha sustentado la alimentación de millones de personas en los últimos milenios. Con una alimentación balanceada que incorpore los micronutrientes que posiblemente le falten al arroz, y que la gente los ha venido consumiendo en sus dietas tradicionales, puede superarse una posible falta de nutrientes.
Por otro lado, en septiembre del 2014, la Red por una América Latina Libre de Transgénicos, junto con la Red del Tercer Mundo y el Centro Africano por la Bioseguridad envío a la Relatora Hilal Elver un comunicado expresando su preocupación por los impactos que los cultivos transgénicos están produciendo en el derecho a la alimentación.
Entre los aspectos señalados en el comunicado se destacan los siguientes:
Existe el mito de que los transgénicos son necesarios para alimentar a la creciente población mundial: los cultivos transgénicos (en especial el maíz y la soja) se utilizan fundamentalmente en alimentación animal. A nivel global, la producción de maíz y soja transgénicos destinados a alimentación animal ha sido cada vez mayor. En Argentina, la producción de ganado vacuno ha disminuido para producir soja transgénica que se exporta a Europa y China como forraje. Globalmente, el 40% de la producción de soja y cereales está destinada a la producción de forraje, cuando con esa cantidad se podría alimentar a 3.500 millones de personas.
Es más, un porcentaje cada vez mayor de la producción transgénica se dedica a la obtención de biocombustibles. Según la ISAAA, el 30% del maíz transgénico cultivado en Estados Unidos se destina a la producción de etanol. En Argentina y Brasil también está aumentando el volumen de soja que se dedica a la producción de biodiesel.
Le recordamos a la relatora que su antecesor, Oliver de Shutter, afirmó en su informe final que: “Los sistemas alimentarios globales, conformados con el objetivo de maximizar la eficiencia y producir en grandes cantidades, no han conseguido tener en cuenta los aspectos relativos a la distribución. Los incrementos en la producción superaron con creces el crecimiento poblacional en el período de 1969 a 2000. Pero estos aumentos trajeron consigo la especialización de cada región en un rango relativamente estrecho de productos, un proceso alentado por el crecimiento del comercio internacional de productos agrícolas. Las elecciones en cuanto a tecnología y legislación asociadas a este proceso tuvieron como consecuencia la concentración de los beneficios en manos de grandes terratenientes y unidades de producción, a costa de los pequeños productores y los trabajadores sin tierra. Esto tuvo como resultado el crecimiento de las desigualdades en áreas rurales y la falta de atención hacia las verdaderas causas fundamentales de la pobreza”.
Creemos que los cultivos transgénicos, enmarcados en este tipo de sistemas de alimentación globales, en los que son empleados como pienso o biocombustibles, han contribuido escasamente a alimentar a los más hambrientos.
Los cultivos transgénicos con resistencia a herbicidas desplazan a otros cultivos no transgénicos: el modelo promovido por el uso de semilla transgénica está encaminado al monocultivo. El uso intensivo de herbicidas en las variedades resistentes a éste hace imposible el intercalar cultivos. En Argentina, se observó en 1995 que mientras que el área cultivada con soja transgénica había crecido un 175%, la superficie dedicada a otros cultivos, de los que depende la seguridad alimentaria del país, como las alubias, disminuyó un 52%. En Paraguay, la mandioca y la alubia, dos elementos muy importantes en la dieta de la población, han sufrido una drástica disminución en el área cultivada debido a la expansión de la soja transgénica.
El uso excesivo de herbicidas tiene como consecuencia serios impactos en los agroecosistemas que rodean a los cultivos, y existen numerosos casos de sistemas agrícolas no transgénicos que se están viendo desplazados por los cultivos genéticamente modificados. Esto se debe, en parte, a la consolidación de las explotaciones más grandes, ansiosas por aprovecharse del boom de la soja y pasarse a cultivar soja transgénica, a costa de las explotaciones familiares. Dado que los cultivos transgénicos se tratan con pulverizaciones aéreas, otros cultivos no transgénicos también desaparecen al no poder soportar las aplicaciones de herbicida.
Las semillas transgénicas no están diseñadas para apoyar la agricultura campesina o ecológica, sino para hacer la agricultura industrializada más eficiente. Por otra parte, las semillas tradicionales pueden ser contaminadas con los transgenes procedentes de los OGMs. En Brasil, los productores de semilla del Movimiento de Pequeños Agricultores han encontrado problemas para vender su semilla en el Programa Estatal de Abastecimiento debido a la contaminación genética.
Los cultivos transgénicos acaparan la tierra: En países en los que se han adoptado los cultivos transgénicos a gran escala, en especial los que contienen rasgos de resistencia a herbicidas, el modelo implementado consiste en lo siguiente: semilla transgénica resistente a herbicidas12, pulverización aérea con glifosato u otros herbicidas, siembra directa y agricultura de precisión. Dada la gran inversión necesaria para poner en marcha este modelo, sólo puede ser rentable si se lleva a cabo a gran escala. Como consecuencia, en 2013 las plantaciones con semilla transgénica alcanzaron los 175,3 millones de hectáreas a nivel mundial, bajo un modelo de producción basado en el latifundio, que ha producido una gran concentración de la tierra y ha terminado por desplazar a los pequeños propietarios.
En Paraguay, el 75% de la soja transgénica es producida en parcelas de más de 100 hectáreas, pertenecientes a grandes terratenientes. Por otra parte, 1.500.000 de los habitantes del país poseen solamente el 6% de su territorio.
Los cultivos transgénicos aumentan el uso de pesticidas: la aplicación de glifosato y otros herbicidas ha aumentado drásticamente en EEUU, Brasil, Argentina, Paraguay y otros países en los que se han cultivado semillas transgénicas resistentes a ellos. Debido al uso excesivo de un sólo tipo de herbicidas, existen ahora millones de hectáreas de cultivo transgénico infestadas con “super-malezas” tolerantes al glifosato. Como respuesta a esta epidemia de supermalezas, hay toda una nueva generación de cultivos transgénicos tolerantes a herbicidas aún más tóxicos (como el dicamba, 2,4-D, isoxaflutol, imidazolinona o inhibidores de ALS) esperando a ser aprobados. De hecho, 14 de los 20 cultivos transgénicos pendientes de aprobación en EEUU en este momento son resistentes a herbicidas, algunos de ellos a tres herbicidas: 2,4-D, glifosato y glufosinato.
El impacto sobre la población que vive en la zona de influencia de las aplicaciones es también devastadora, y a menudo fatal. Solamente en Argentina, los 12 millones de personas que viven en áreas de influencia de cultivos transgénicos se ven expuestos a millones de litros de glifosato al año. Estos efectos están ampliamente estudiados: por ejemplo, en el caso del Barrio Ituzaingó en la provincia de Córdoba – Argentina, un estudio llevado a cabo en 2001 encontró 169 casos de cáncer y 30 muertes, así como una alta incidencia de otras enfermedades relacionadas con la contaminación como el lupus, problemas de tiroides y linfoma no Hodgkin, entre otros. En otro estudio llevado a cabo en 2011, se encontró que el 33% de la población moría debido a tumores, en una población de sólo 5.000 personas.
Toda esta problemática crecerá con la introducción de nuevos cultivos transgénicos resistentes a herbicidas más peligrosos.
No hay ninguna tecnología que tenga un mayor impacto tanto en el medio ambiente como en el derecho a la alimentación como la que está basada en semillas genéticamente modificadas, especialmente semilla transgénica resistente a herbicidas.
Control de la semilla.- Se han planteado algunas preocupaciones graves sobre la posibilidad de que el monopolio de las semillas a través de los derechos de propiedad intelectual, como es el caso de las semillas transgénicas, pudiera poner en peligro los sistemas locales de semillas. De hecho, estos sistemas tradicionales podrían beneficiarse del uso integrado de los nuevos avances en el área de la mejora vegetal, o por otra serie de nuevas técnicas de comunicación y distribución. Pero se ha observado que estos sistemas, y las semillas en cuestión, están mejor adaptados a las circunstancias de cada zona. La particularidad de las semillas transgénicas radica en que podría amenazar la disponibilidad local y la propia existencia de las semillas tradicionales. El flujo de transgenes podría poner en peligro la diversidad de cultivos locales y hay pruebas documentadas de flujos de transgenes que ya han tenido lugar, por ejemplo el caso del maíz mexicano37, lo cual tiene implicaciones muy serias, en especial para los centros de origen y diversidad genética. Es más, el aumento de la resistencia de las malezas que ha tenido lugar de forma paralela al uso de cultivos transgénicos resistentes a herbicidas podría tener también efectos negativos sobre la resiliencia de las variedades vegetales locales, lo cual podría poner aún más en peligro el ecosistema.
Le recordamos que el Relator de Shutter en un informe que presentado ante la Asamblea General de la ONU sobre la “Regulación sobre Semillas y el Derecho a la Alimentación” advirtió de que las grandes empresas biotecnológicas no sólo están privando a los agricultores pobres de los insumos necesarios para su subsistencia, sino que también están empujando al alza los precios de los alimentos. Usted añadió: “Una protección excesiva de los derechos de propiedad intelectual en la agricultura es un obstáculo para la innovación, más que un incentivo”. La gran mayoría de patentes de semillas pertenecen a empresas con sede en los países del norte, como Monsanto. El aumento de la dependencia de variedades comerciales de semilla, monopolizadas por unas pocas empresas multinacionales, podría perjudicar muy severamente a los pequeños productores de países en desarrollo. Esto ha llevado a una situación en la que “se da demasiada importancia al desarrollo de nuevas plantas, genes y semillas, y demasiado poca a las tecnologías de recolección, de irrigación, y a los sistemas agroforestales o agroecológicos que pueden aumentar la producción sin recurrir al uso de alta tecnología”.
A la luz de lo anteriormente descrito, las organizaciones solicitamos a la Relatora que se lleven a cabo las siguientes acciones:
1) Tener presente este comunicado e incluir esta cuestión en sus futuros informes.
2) Hacer llegar este comunicado al Relator Especial sobre el derecho a los alimentos y fomentar la inclusión de esta cuestión en futuros informes del Relator Especial.
3) Como consecuencia de lo anterior, entablar contacto con aquellos Estados en los que se cultivan o comercializan cultivos transgénicos resistentes a herbicidas, o donde estos cultivos se encuentren en proceso de aprobación, y solicitar que lleven a cabo las siguientes recomendaciones:
a) Solicitar que los gobiernos de Argentina, Brasil, Paraguay, Sudáfrica y Estados Unidos, así como cualquier otro gobierno relevante, pongan en marcha un estudio exhaustivo, independiente y transparente sobre el impacto medioambiental, socioeconómico y sobre la seguridad de los cultivos genéticamente modificados diseñados para ser resistentes al herbicida 2,4-D de Dow Chemicals, así como a otros pesticidas, antes de otorgar ninguna nuevo permiso para el cultivo comercial, la importación o exportación de estos cultivos y sus productos;
b) Recomendar que este estudio sea llevado a cabo por un equipo multidisciplinar de expertos, elegidos por estos gobiernos tras haberlo consultado con la población de sus respectivos países de una forma abierta y transparente;
c) Recomendar a los gobiernos de Argentina, Brasil, Paraguay, Sudáfrica y Estados Unidos, así como a otros gobiernos relevantes, que no otorguen ningún nuevo permiso relacionado con dichos cultivos transgénicos, hasta que el estudio mencionado anteriormente en el párrafo 3(a) se haya completado de forma satisfactoria y se hayan hecho públicos los resultados que muestren que no existe ningún efecto negativo sobre el derecho a la alimentación.
d) Solicitar al gobierno de Sudáfrica que se retracte de su decisión de otorgar permisos para la importación de la variedad DAS-40278-9 de maíz transgénico de Dow Chemical (también conocida como maíz 2,4-D) para alimentación humana, animal y productos procesados
e) Recomendar a los gobiernos de Argentina, Brasil, Paraguay, Sudáfrica y los EEUU que pongan en marcha procesos de compensación para todos los que ya han visto alterados su salud y bienestar como consecuencia de la exposición a los cultivos transgénicos resistentes a glifosato que se cultivan en la actualidad en estos países; y
f) Recomendar a los gobiernos de Argentina, Brasil, Paraguay, Sudáfrica y los EEUU que tomen de inmediato medidas apropiadas para la restauración de los ecosistemas que ya han sido dañados por el uso de glifosato en combinación con cultivos transgénicos tolerantes a herbicidas.
Es hora de retomar estos pedidos.
Fuentes:
Alden M. Monzon.UN official says questions remain on GMO health impact, business practices, Reporter. 27 de febrero 2015
http://www.bworldonline.com/content.php?section=Economy&title=un-official-says-questions-remain-on-gmo-health-impact-business-practices&id=103492
Comunicado dirigido a la Relatora Especial al Derecho a la Alimentación, dirigido por la Red del Tercer Mundo, el Africa Centre for Biosafety y el Third World Network. Septiembre 2014.
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