Dos décadas después, las promesas siguen creciendo pero no la popularidad de los cultivos transgénicos. Incluso la superficie ocupada empieza a caer y son cada vez más los países que se oponen a su cultivo.
Los cultivos transgénicos siguen siendo promocionados como la clave para “alimentar al mundo” y “para combatir el cambio climático”. Pero la realidad es que los transgénicos no han logrado combatir el hambre, ni han incrementado las ganancias de los agricultores y sigue sin existir evidencia científica concluyente que asegure que son inocuos para el ser humano. Al contrario, han demostrado ser una amenaza para la biodiversidad y la salud de las personas por el uso desmedido de agrotóxicos que requieren.
MITO 1: Los cultivos transgénicos pueden alimentar al mundo
REALIDAD: Ningún cultivo transgénico está diseñado para producir grandes rendimientos. La ingeniería genética no está adaptada para resolver los problemas de los que se deriva el hambre y la malnutrición, sino que refuerza el modelo de agricultura industrial que hasta ahora no ha logrado alimentar al mundo. Además, la inmensa mayoría de los cultivos transgénicos alimentarios se destina a la producción de piensos que llenan el estómago de animales que se consumen en los países enriquecidos.
MITO 2: Los cultivos transgénicos son la clave para la resiliencia frente al cambio climático
REALIDAD: La ingeniería genética va a la zaga de las técnicas convencionales de mejora de los cultivos en el desarrollo de variedades que permitan que la agricultura haga frente al cambio climático. La resiliencia frente al cambio climático depende en gran medida de unas prácticas agrícolas que promuevan la diversidad y alimenten el suelo, no del sistema agrícola ultrasimplificado para el que están diseñados los cultivos transgénicos.
MITO 3: Los cultivos transgénicos son seguros para los seres humanos y para el medio ambiente
REALIDAD: No existen programas de seguimiento medioambiental y de salud a largo plazo, y los que existen no son adecuados. Los investigadores independientes se quejan de que se les niega acceso al material para investigar.
MITO 4: Los cultivos transgénicos simplifican la protección de los cultivos
REALIDAD: Al cabo de unos años, están surgiendo problemas como superplagas o plantas silvestres resistentes a los herbicidas como consecuencia del uso de cultivos transgénicos tolerantes a los herbicidas y resistentes a los insectos, y ante ésto se han tenido que aplicar plaguicidas adicionales.
MITO 5: Los cultivos transgénicos son económicamente viables para los agricultores
REALIDAD: Los precios de las semillas transgénicas, protegidas por patentes, no han dejado de subir en los últimos veinte años. Además, la aparición de plantas silvestres resistentes a los herbicidas y de superplagas suponen un incremento de costes para los agricultores que reduce aún más su margen de beneficio.
MITO 6: Los cultivos transgénicos pueden coexistir con otros sistemas agrícolas
REALIDAD: Los cultivos transgénicos contaminan los cultivos no transgénicos. Hasta la fecha se han registrado unos 400 incidentes de contaminación transgénica en todo el mundo. Mantener los cultivos convencionales y ecológicos libres de transgénicos supone para los agricultores unos costes adicionales considerables, a veces imposibles de asumir.
MITO 7: La ingeniería genética es el camino más prometedor para innovar en los sistemas alimentarios
REALIDAD: Los métodos avanzados de mejora de las plantas ya están produciendo la clase de rasgos que prometían los cultivos transgénicos, incluyendo resistencia a las enfermedades y tolerancia a inundaciones y sequías. Los cultivos transgénicos no solo son un tipo de innovación ineficaz, sino que además restringen la propia innovación por culpa de que los derechos de propiedad intelectual están en manos de un puñado de empresas multinacionales.
Por Greenpeace.
Comentarios recientes